Con mi madre, modista de profesión, aprendí a coser. Desde niña me enseñó a apreciar los tejidos y los trabajos bien hechos.
Después de muchos años dedicados al mundo de la decoración retorno a mi vieja pasión por las agujas y la artesanía y me formo en Madrid en el taller de Charo Iglesias, quien con la generosa humildad propia de las personas sabias me abre ojos hacia este oficio tan noble y apasionante que es la sombrerería.
Los sombreros y tocados tienen su esencia en la materia prima, que ha de ser de primera calidad. Me gusta modelar y tejer los materiales, no limitarme a decorar bases ya hechas. Esto me permite desarrollar infinidad de formas distintas, todas ellas anatómicamente estudiadas.
Para mi es una necesidad el crear, el trabajar con las manos. Es la única manera que conozco para expresarme artísticamente.